sábado, 10 de noviembre de 2007

¿Podría San Agustín derrotar a Darwin?

"Hacer aparecer la unidad divina oculta bajo la diversidad del mundo es la obra de la naturaleza. Incorporar el espíritu más elevado al cuerpo más bajo y llevarlos a la perfección absoluta es la obra del arte".

No creo que ningún materialista darwiniano aprobase estas arbitrarias y esotéricas definiciones de Cattiaux. Establecer una separación radical entre naturaleza y arte implica admitir que hay algo no natural en la naturaleza, a saber: lo artístico y -en tanto que la causa eficiente contiene al efecto- el artista. El subjetivismo romántico casa muy mal con el realismo descarnado, marmóreamente monista.
Pero esto es sólo en apariencia. El fiel seguidor de Darwin, ateo a fuer de fiel, está seguro de haber probado que no puede haber diseño en la naturaleza. Y la razón es que ¡diseño y naturaleza se oponen! ¿Cómo -se pregunta- podría ser natural el objeto de una creación consciente? Deduce por añadidura que, dado que Dios, el sujeto, no lo es, aquél tampoco puede serlo. Como si todas las obras del hombre tuvieran que ser hombres, y todas las de Dios, dioses.
Sin embargo, está escrito que Dios sólo creó al ser humano a su semejanza. Hay más buen sentido en estas sencillas palabras que en todos los teatrales "desafíos ateos" que últimamente proliferan.

Dawkins cree explicar el éxito de lo irracional por la virtualidad aglutinante de las religiones, capaces de unir a los hombres en estrategias cooperativas más allá de las impuestas por las necesidades inmediatas de supervivencia. Sin embargo, al estar aquéllas fundamentadas sobre principios falsos, conducirían al conflicto global y finalmente la catástrofe.
No aclara Dawkins sobre qué principios universales deberíamos edificar, ni parece que la evolución, que él estima ateleológica y localista, pueda proporcionarnos indicaciones a tales efectos. Tampoco se molesta en detallar la razón de ser (evolutiva, se entiende) de lo que con gran pompa ha venido llamando "raíz de todo mal". Raíz que no es la religión -si acaso un fruto tardío-, sino la pulsión genuinamente humana de gozar con el perjuicio ajeno y regocijarse en el vicio.
Así, el campo de la biología queda seriamente amputado en el objeto de estudio llamado HOMBRE hasta que no se pruebe que la malicia se puede extinguir, dando lugar por tanto a seres humanos a quienes repela todo lo que tiende a destruir los lazos que nos convierten en seres sociables, esto es, razonables.
Grave dilema: demostrar que existen o existirán con probabilidad personas libres del pecado original (como el dogma católico afirma de Jesucristo), o bien admitir que hay conductas ordinarias en cierto tipo vivientes que no pueden ser explicadas "a la luz de la evolución".

Por otro lado, si los hombres son aproximadamente iguales entre sí y, como los ateos admiten, las religiones también lo son, ¿por qué los niveles de civilización e incivilización no comparten ni han compartido jamás esa misma homogeneidad en todo el mundo? Dos opciones: 1) la religión influye positiva o negativamente en el progreso humano; 2) la religión no influye de ninguna manera en el progreso humano. Las dos me favorecen.

Estimo, en primer lugar, que los porcentajes de genios y mediocres andan bastante parejos en todas partes. En segundo lugar, está la velocidad de transmisión del conocimiento, que hace que todos puedan aprovecharse de él si no hay en la sociedad receptora condicionantes culturales o económicos que lo impidan.
Digo, pues, que dada la gran diversidad religiosa del mundo, y considerando también lo variado de sus sociedades en lo tocante a los niveles de progreso, puede deducirse que la religión en abstracto no es necesariamente un impedimento para el desarrollo. Sí, en cambio, esta o aquella religión.
El progresismo atribuye todas las virtudes del progreso al factor ideológico, esto es, a la paulatina derrota política de las religiones. Sin embargo, achaca todas sus vergüenzas y atrocidades al factor técnico, a la mayor capacidad operativa del hombre. Los reaccionarios -pesimistas antropológicos- pensamos del modo opuesto y nos aproximamos más a la verdad (sin barrer para casa con esa desfachatez sectaria que caracteriza a los "progres" de izquierdas y de derechas).

* * *

¿Qué utilidad tiene el ensañamiento humano? ¿Por qué se transmite y se conserva aparentemente invariable esta característica, siendo el hombre un animal social desde hace muchos miles de años?
Se me responderá con Goethe y Nietzsche: la virtud y el vicio encuentran en la voluntad de poder la misma raíz. No me basta. ¿Acaso no es la evolución lo bastante poderosa como para disociar los dos brotes antagonistas de dicha raíz común, seleccionando al más competitivo? ¿No es contradictorio decir que los comportamientos sociales y los antisociales son igualmente ventajosos para la supervivencia del individuo? Y si no lo son, ¿por qué se mantienen parejos de forma tan regular y uniforme en el espacio y en el tiempo?

No hay comentarios: